martes, 6 de enero de 2015

EL CAFÉ, SIGNO DE TIEMPOS NUEVOS

EL CAFÉ, SIGNO DE TIEMPOS NUEVOS

Bien avanzado el siglo XIX, a la altura de la década de los años cicuenta es cuando la economía y la vida social andina van a sufrir grandes cambios favorables determinados por el intenso cultivo del café. El consumo y comercio del café era el gran tema de comerciantes y banqueros europeos y norteamericanos y el buen suceso de las cosechas, el precio internacional del fruto constituían la preocupación central de las naciones agrícolas. Una buena cosecha traía prosperidad a todos, la baja de los precios, la pérdida de la cosecha eran signos de mal aguero porque detrás venía la desocupación, el hambre, la guerra civil.
Producir cada vez más café fué la orden que partió de los centros de mando de la economía mundial de 1860. 
Pero este desarrollo requería de capital y brazos. Y las exigencias crediticias no podía satisfacerlas en Venezuela, un estado paupérimo e inistable, por otra parte no existía en el país ningún capital privado disponible. Aparecen entonces el capital alemán y las inmigraciones colombiana y mediterránea, franceses de Córcega e italianos de la isla de Elba para resolver estos problemas de la economía andina.
Y el capital alemán escoge como centro de sus operaciones el puerto de Maracaibo con el propósito de controlar la producción y la exportación del café andino, de manera monopolística. Los Valles del Táchira y Trujillo y el piedemonte merideño, las tierras de Boconó , Santa Cruz de Mora y La Fundación, son ideales para desarrollar con éxito todos los planes de expansión cafetalera que reclama el capital internacional.
En busca de una nueva patria comienzan a llegar por esos mismos años, los corsos y elbanos dispuestos a integrarse de manera definitiva a la vida social, económica y política del país, que les abre sus puertas.
Esta inmigración latina viene a completar de manera casual y afortunada los planes de desarrollo agrícola en que está interesado el capital alemán, pues trae en la milenaria sabiduría campesina del europeo unido a un conocimiento del comercio y las artes y oficios que van a significar un cambio total en al mentalidad, usos y costumbres de las comunidades indígenas.
La circunstancia de ser el Táchira el mayor productor de café dentro de la región andina, la carencia de brazos y la vecindad con la república de Colombia determinó a partir de los años 70, el establecimiento de una corriente de trabajadores colombianos, en número no menor de dos o tres mil braceros que provenientes del vecino país, llegaban a las haciendas de Rubio y Santana, con su familia y con todos los utensilios del hogar, la mayoría de estos campesinos una vez terminada la cosecha decidía readicarse en las aldeas y pueblos del Táchira contribuyendo con ello a aumentr la población.  Como la mayoría de los terrenos son baldíos y la tarea de la colonización atraen a decenas de jóvenes que ven abierto un horizonte para sus ambiciones, crece el número de propietarios de la tierra y al vieja clase de terratenientes, productores ahora no sólo de café, también de trigo, algodón y cacao.
La riqueza cafetera modificó hábitos, importó modas, transformó métodos de cultivo y sisema de adiministración, estimuló el buen gusto y abrió horizontes a los ambiciosos jóvenes de la montaña andina. A medida que el café iba cobrando el primer puesto en la lista de productos exportables y en la misma proporción en que los buenos precios traían prosperidad y estimulaban el ánimo de lucha, nuevas poblaciones fueron creciendo en importancia económica y en desarrollo urbanístico.
 Se moderniza y crece la eocnomía andina y al propio tiempo la cultura alcanza mayores campos